miércoles, 21 de marzo de 2012

A El Expolio (El Greco)

EL EXPOLIO

Fue pintado por El Greco para la sacristía de la catedral de Toledo entre los años 1577-1579, muy poco tiempo después de llegar a España. La sacristía es el lugar donde los sacerdotes se revisten antes de celebrar la eucaristía y donde se desvisten después de celebrarla. Por esta razón, este cuadro está en un lugar muy simbólico y especial para todos los sacerdotes.

Cristo es la figura central del cuadro. La de mayor tamaño, la de vestido más llamativo. Realmente Él es el centro. Está de cuerpo entero. El color rojo de su túnica es símbolo de su amor por los hombres, pero también de sufrimiento y entrega. Él va a morir por nosotros. Sin embargo, su mano dirigida a su propio pecho y su mirada ligeramente elevada hacia el cielo, muestran confianza y aceptación de la voluntad del Padre.
Lo rodean una serie de personajes envueltos en las tinieblas. Muchos de ellos están vestidos con colores más fríos, que contrastan ampliamente con los de Cristo. A muchos de ellos sólo les vemos el rostro. Son rostros individualizados, con sentimientos, con vida. El abigarramiento de las personas es muy grande y apenas no dejan ver el cielo o la tierra. Sin embargo, unas piedras al pié del pié de Cristo, nos demuestran su ser humano y que la acción sucede en un espacio absolutamente real.

Todas las figuras son plenamente manieristas. Todas muestran la cabeza pequeña y el cuerpo tan alargado y espiritual, tan falto de proporción de El Greco. Esto es muy visible en Cristo pues es la única figura de cuerpo entero, y también en el soldado que está a su lado. Además algunas figuras muestran el movimiento o las posturas extrañas, no naturales, también propias del Manierismo. Un ejemplo es la figura del soldado a la derecha que, agachado, prepara la cruz.
La luz también tiene su importancia, pues con ella los pintores iluminan aquello sobre lo que quieren llamar nuestra atención. Evidentemente aquí es Cristo, su figura, su rostro, su mano. Pero también son las personas que están cerca de El. Especialmente llama la atención de su Madre, abajo, a la izquierda.

Nos encontramos ante una de las obras maestras de El Greco, no sólo por su gran calidad técnica y artística. Sobretodo por el efecto conseguido de hacernos presente un momento tan importante de la vida de Cristo.

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