domingo, 11 de octubre de 2015

H Cartas del Rey Fernando el Católico al Gran Capitán

LOS DOS PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA
El Rey Fernando el Católico
(https://commons.wikimedia.org)
El Gran Capitán
(https://commons.wikimedia.org)
Eran un Rey y su más leal vasallo, un gobernante inteligente y ambicioso y el más bravo e innovador de sus soldados (y además los dos eran primos). Por esta razón las cartas que cruzaron el Rey Fernando de Aragón y Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, son una de las más ricas fuentes históricas para entender la complejidad del tablero europeo a finales del XV y principios del XVI. 

Se trata de viejos folios llenos de secretos, instrucciones y hasta párrafos donde se asoman los sentimientos y desvelos del Monarca. De aquellas campañas se conocen cientos de misivas, pero ahora se han hallado 16 cartas inéditas, conservadas por los duques de Maqueda, que se mostrarán en la gran exposición que dedicará el Museo del Ejército a su noble antepasado y que fue inaugurada el 24 de septiembre de 2015 en Toledo. 

EL QUINTO CENTENARIO DEL GRAN CAPITÁN
El motivo de esta exposición es el quinto centenario de la muerte de Fernández de Córdoba, otra de las gigantescas figuras de la historia de España que nos hemos empeñado en olvidar durante décadas. 
Para el coronel Jesús Anson, comisario de la exposición que abre sus puertas al público en el Alcázar de Toledo el próximo viernes, se trata de unos documentos que son muy importantes: «Estaban en el archivo familiar de los duques de Maqueda, muy bien guardadas. Y hay un conjunto de casi cuarenta misivas inéditas, de las que dieciséis están relacionadas con el Gran Capitán». 

FIN DE LA GUERRA MEDIEVAL
Armas del Gran Capitán
(http://diegomallen.blogspot.com)
Preguntamos a Jesús Anson, coronel del Ejército de Tierra por el personaje: «Al Gran Capitán –nos confiesa– se le ha comparado con Alejandro Magno o con Escipión el Africano por la importancia de las campañas militares que desarrolló». Señala que «hablamos, sin duda, del que fue el primer jefe de una fuerza expedicionaria española. Hasta entonces no estaba España constituida, y fue la primera vez que una fuerza nacional, por mandato de los Reyes Católicos, salía fuera de España con un propósito concreto: recuperar el Reino de Nápoles». 

Es verdad que el Gran Capitán ha tenido una reivindicación reciente para el gran público gracias a la serie «Isabel», en la que era interpretado por Sergio Peris Mencheta. Pero para hacerle justicia, insiste el coronel Anson, sería necesario subrayar que él acabó con las reglas del combate medieval, innovando en Nápoles. «Supo acabar con el poderío de la caballería pesada. A una parte de la infantería la dotó de picas para detener a la caballería pesada. Hizo determinante del uso del arcabuz, que por entonces no tenía mucha cadencia de fuego, pero sí penetraba en las corazas mejor que la ballesta.» Organizó las unidades en cuadros más pequeños y fáciles de maniobrar, idea que daría paso a los tercios, el ejército que hizo posible el imperio. 

EL NACIMIENTO DE UN MITO
Hay innumerables publicaciones extranjeras que se imprimieron sobre el Gran Capitán. «Inglesas, francesas y sobre todo italianas, porque en Italia fue una figura legendaria, el primer caballero del Renacimento, un modelo que parte de las biografías que hicieron historiadores como el caballero florentino Francesco Guicciardini», recuerda Anson. 
La mayoría de sus soldados procede de Castilla, pero las tropas se enriquecen con soldados de toda España. Hay asturianos y gallegos (2.000) y un importante contingente de vizcaínos (como se llamaba a los vascos), capitanes legendarios como Juan de Lezcano o Pedro Navarro.

CARTAS TODAVÍA SIN DESCIFRAR
Carta del Gran Capitán
al Rey Fernando
(http://www.efe.com)
A pesar de tener las cartas, no todas se pueden leer. Entre ellas hay un conjunto de misivas cifradas porque trataban de asuntos secretos de la guerra de Nápoles y de los esfuerzos diplomáticos que permitieron la división del reino entre Francia y España. El Rey Católico dirigía personalmente la estrategia. Y enviaba órdenes precisas a Gonzálo Fernández de Córdoba con el fin de que sus instrucciones fueran seguidas fielmente. 
Sorprende en grado de sofisticación que tiene el cifrado, destinado a guardar bien los secretos militares y diplomáticos. Tan bien guardados están que la cifra empleada no ha podido ser aún traducida. Es decir, aquellos secretos lo siguen siendo, en su mayor parte. En un mundo violento, de espías, caminos traicioneros y campos batallas, y teniendo en cuenta lo que los mensajeros tardaban en recorrer aquellas distancias enormes, resulta lógico que los reyes avivasen el ingenio para salvar las comunicaciones.

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