El Palacio de Carlos V en Granada fue edificado
sobre un barrio cristiano, añadido tardío del recinto nazarí. Durante su viaje
de bodas a Granada con la Emperatriz Isabel, en 1526, el Emperador visitó la
Alhambra y quedó prendado de la belleza de los palacios musulmanes. En
consecuencia, pensó en ampliarlos y hacerlos adecuados a las necesidades de una
Corte moderna.
Carlos V encargó el diseño del Palacio a un
hombre de su confianza, el marqués de Mondéjar, gobernador de la Alhambra.
Amante del nuevo arte renacentista, el Marqués contrató para las obras al
arquitecto Pedro Machuca, quien había trabajado en Italia, y a quien le
seguirán en la dirección su hijo Luis y, posteriormente, Juan de Orea.
El desinterés del Emperador en la obra hizo que los trabajos
se dilatasen en el tiempo. Además, la rebelión y posterior expulsión de los
moriscos del reino de Granada, que eran quienes debían financiar las obras,
impidió que el proyecto inicial llegase a ser completado en su totalidad.