EL
ORIGEN DEL CONFLICTO
La
muerte del último Habsburgo español, Carlos II, ocurrida en 1700, genera
grandes expectativas de beneficio en dos candidatos a controlar la sucesión,
Luis XIV de Francia que quería el trono para su nieto Felipe de Anjou y el Emperador austriaco, Leopoldo I que lo quería para su hijo el archiduque Carlos.
¿QUÉ
ESTABA EN JUEGO? LA SOLUCIÓN DE CARLOS II
La
herencia española es muy importante. Comprende el dominio sobre diversos puntos estratégicos
europeos, como Nápoles, Cerdeña, Sicilia, Milán y los Países Bajos, amén de los
territorios peninsulares y americanos, convertirá a su beneficiario en la
potencia hegemónica mundial y hará peligrar el precario equilibrio europeo.
Para evitar dicho fin, se llevan a cabo sucesivos repartos y soluciones,
optando finalmente Carlos II por testar a favor de Felipe de Anjou, nieto de Luis
XIV, lo que garantizaría la integridad de los territorios de la monarquía
hispánica.
LOS
DOS BANDOS
La
solución, a la que en principio sólo se opuso el Emperador, no tardó en generar
el conflicto al confirmar el monarca francés a su nieto como heredero al trono,
lo que pondría en sus manos un poder excesivo, a juicio de sus rivales. La
coalición antifrancesa no tardó en formarse, integrando a Inglaterra, Holanda,
el Imperio alemán, Portugal, Dinamarca y el Ducado de Saboya, quienes apoyarán
al archiduque Carlos como pretendiente al trono español.
LA
SOLUCIÓN FINAL: INGLATERRA LA GRAN BENEFICIADA
La
guerra habrá de durar trece años y conocerá una solución de compromiso, de la
que Inglaterra será la gran beneficiada: Felipe V será reconocido como soberano
de la monarquía hispánica a cambio de no ostentar el trono francés, mientras
Francia habrá de renunciar a sus proyectos expansivos sobre los Países Bajos e
Italia.